
Han pasado seis días desde que está en vigor la nueva ley "anti-tabaco" o "anti-fumadores", segun se mire. Y yo, desde mi perspectiva de fumadora, he sacado algunas conclusiones que me levantan el ánimo y mucho.
A saber:
- Sí, es verdad, para pasártelo bien no hace falta meter humo en los pulmones. Te diviertes igual y yo creo que la comida está hasta más buena.
- Cuando estás intentando dejar de fumar, ingieres líquido (ya sea agua, vino o ron) con más rapidez y menos parsimonia que antes. A lo mejor estamos haciendo "un pan con unas tortas" y dejamos todo el mundo de fumar pero nos volvemos alcohólicos...no sé, no sé...ya veremos...
- Como de vez en cuando te sales a fumar un cigarro a la puerta del local (solamente 3 veces en una noche...(récord, récord, récord!), pues conoces gente. Puede ser que se forjen amistades nuevas....otra cosa buena.
- La parte que más miedo me daba si dejo de fumar era precisamente la social. Lo de salir a cenar, tomarte una copita y todo eso...Resulta que ya me lo han dado hecho y he superado la prueba con creces. Estoy abonando el terreno para dejarlo definitivamente.
Con todo y con eso, reconozco que hay un ambiente un poco raro, que la gente no para de hablar de esta nueva "era" y que va a haber más de un disgusto cuando alguien se ponga terco y diga que no apaga el cigarro porque no les sale de sus "santos".
Y creo también que quizá sea un pelín excesiva y veo bastante paradójico y patético que en una discoteca te multen por fumarte un cigarro y hagan la vista gorda cuando se drogan las criaturas de 15 años delante de sus narices.
En fín, así es la historia y así se la he contado a todos ustedes.
(Sí, efectivamente, ya tengo tildes...Pero eso pasa porque tengo ordenador nuevo regalo de mi Melchor-gerente. La verdad es que es una chulada la monería esta tan pequeña...)
Perdón, se me olvidaba la canción...